viernes, 19 de noviembre de 2010

domingo, 3 de enero de 2010

FARO DE NAVEGANTE

allá dentro, a la suave luz de la lámpara
te hospedas como en el interior de un sueño.
Georg Trakl

Mi casa es flor de mampuesto.


En los aleros sobrecogidos
anidan palomas silvestres.

Reflejan estrellas con la lluvia
los pétalos óseos.

Las paredes y vigas
de piedra dan abrigo a la vida.

Bajo los muros, y en hornacinas subterráneas
de piedra
reposan los dioses que son la raíz y causa
de mi eternidad.

Con presagios crispados por el tiempo
conviven raíces y frutos.

Y, cuando en mis cántaros,
florecen los predicamentos
brota la vida tras
adoraciones calladas
ante Pez Luna
y Pez Sol.
Nadie diría que mi casa sea
un retablo de dioses tutelares.
En los latidos de su corazón
las gaviotas de espumas rizadas
rejuvenecen ortos y ocasos.
Y, si te asomaras con transparencia,
podrías ver
el faro de navegante:
madrigal de cantutas
árbol iluminado
donde el futuro
es el presente
en mi camino.

CARLOS ZÚÑIGA SEGURA

TATUAJES

A María, siempre.
Pesan los años
y está distante la luz.

Ahora todo es más difícil,
pero estamos juntos,
mi amor.

Agradezco tu presencia
cada vez que extiende
mi cuerpo sus heridas
y me hablas
de la rosa o de la espuma.

Tus vibraciones tienen sangre
que adiestrada gorgotea
cuando las lágrimas se asoman
bajo relinchos de realidad.

A tu lado
son límpidas las noches.
Y nos regalan los dioses
pequeñas tinajas llenas
de sortilegios lunares, para cuando
el silencio parezca olvido,
o el viento esconda voces
en vastos reinos de bruma.
Aquí, en Magdalena del Mar,
hemos sembrado oraciones.
en el desvelo del exilio
otras en la llaga del mundo como exaltación
de nuestro amor, hecho hoguera encantatoria.

Yo
que no pude darte las cosas que soñamos
y no supe bailar salsa ni merengue,
por ventura de mi suerte
con alguna habilidad desconocida
he grabado tu nombre
en la simetría irrefutable de un canto
de uno de aquellos que el dios del amor
entona cada mañana
atizando su fuego eterno a la vida.
CARLOS ZÚÑIGA SEGURA

FAROS ILUMINADOS

Transformado en fuego presente
el recuerdo
es la vida:
acechada morada
por el tiempo que huye
y el instante que llega.

Vivo el momento haciéndome candela
y no me callo.
Soy una vida que muere
y deja atrás la memoria.
Soy un delicado hilo enredándose a sí mismo.
Soy la parte interior de una maraña.
Soy el alma oculta en una manzana.

Reconozco
la soledad y su preciso rasguño,
la visitación del silencio,
el grito dormido que restalla en la marea nocturna.

Hablo
de una serpentina enigmática
del tiempo
que ya se ensombrece
en el desvarío de signos zodiacales.

Los ojos que de niño encendidos de utopías
contemplaron vuelo de pájaros celestes,
ahora atardecen entre sombras que circundan
el recinto de Huantille.

Y
cuando la Luna creciente se cobija en artes de evocación,
no se quiebran los recuerdos
ante el fuerte oleaje de mar.

Los privilegiados sentires
se mantienen finamente hilados
en arco de flores
inaugurados en la memoria
del Sol.
CARLOS ZÚÑIGA SEGURA

CELEBRACIÓN DE HUANTILLE

El hombre que sueña
no puede envejecer
René Char

LA HUACA, herida, se levanta y camina.
Es su cuerpo
piedra de sal,
gacela amamantada en la Luna,
fruta descolgada del paraíso,
collar líquido de lluvia,
nido del colibrí que se mira en el espejo.

LA HUACA, herida, se levanta y camina.
Son sus ojos
luz que destella,
espiga de trigos evocativos,
fuego en los cuerpos ebrios de lujuria,
flor de magia y a la vez encantada,
presagio de iluminaciones.

LA HUACA, herida, se levanta y camina.
Son sus extremidades
ríos de vida,
árboles como lecho de calandrias,
cabellera de arco iris,
pulsaciones de euforia y lozanía,
apetecibles verduras en el mercado,
estambres de amorosa experiencia.

LA HUACA, herida, se levanta y camina.
Es su corazón
insignia de sentimientos compartidos,
consagración de promesas y juramentos,
barro cósmico de energía trascendente,
albergue donde reposan Sol y Luna,
monumento inacabable de estirpe humana.

LA HUACA, herida, se levanta y camina.
Es su voz
filiación en el esplendor del linaje,
juramento de noctámbulos amantes,
congoja del exilio,
farola de nostalgia lejana,
ala de tribulaciones,
refugio en los caminos por andar.

LA HUACA, herida, se levanta y camina
Es su sangre
exaltación de violines,
antorcha que fertiliza los campos,
agua que corre por el mismo cauce del tiempo,
abrazo que perdona los agravios,
saludo fugaz en alocados vuelos,
llanto en velatorios,
cáliz de concordia matrimonial.

LA HUACA, herida, se levanta y camina,
Es su cerebro
dimensión absoluta de iluminada heredad,
cauce de tu sangre en mi sangre,
fatiga de mi cuerpo en tu cuerpo,
nostalgia que anuda tu llanto en mi canto,
despertar de tu espíritu y el mío,
fragua que nuestro corazón alimenta,
iluminación de la liturgia desde el mar.

LA HUACA, herida, se levanta y camina.
Pasea por las calles,
recoge los rastros de la espuma,
contiene la respiración,
avanza, se ilumina,
renace en el tiempo vislumbrado,
se engasta en la piel del Mundo,

sueña aborrece odia canta
y perdona y vuelve a querer.

Nosotros somos LA HUACA.

CARLOS ZUÑIGA SEGURA
De Señor de Marbella